Las nuevas tecnologías han condicionado nuestra percepción del espacio desde la virtualidad. Al utilizar la herramienta Google Earth que muestra imágenes satelitales del mismo punto desde distintos ángulos, nos construimos una imagen elaborada, una topografía compuesta a partir del simulacro tecnológico.
La diversidad de imágenes conseguidas a través de dicho simulador, forman parte de un nuevo imaginario, aportándonos una visión multiplicada y expandida de la realidad. Las posibilidades de visibilidad son innumerables y generan un abanico complejo de distintos planos del entorno.
Así, las derivas que realizamos cotidianamente utilizando dichos dispositivos de localización geográfica, han sustituido a otras formas de indagación y de exploración directa, creando una memoria del espacio condicionada, en la cual lo visual es el único referente.
Las derivas por la ciudad a partir de dicho simulacro son entonces, una transformación no del terreno, sino sobre lo que se piensa del terreno. Ver las imágenes nos supone pensar y analizar, de manera más o menos consciente, la información que nos aportan. Las imágenes virtuales son referentes del imaginario y, por ende, generadoras de nuevas posibilidades de discusión.
Pero como todo sistema tecnológico en evolución, existe la posibilidad del fracaso en la ejecución de sus funciones. Las malformaciones de la imagen durante el proceso de carga y mientras se realiza una captura de pantalla, son el punto de inflexión en la investigación de este proyecto.
Los errores de la imagen a manera de distorsiones o barridos, son la fisura desde la cual se potencializa la no representación y sin embargo una interpretación del paisaje.
La relación que establezco entre la pintura y las imágenes virtuales tiene que ver con la similitud de los procesos, donde la probabilidad del error aporta valores interpretativos a la imagen.
Los modelos de producción del imaginario evolucionan en un sentido tecnológico y nuestra percepción se adecúa; la visión que tenemos del mundo se vuelve compleja y establecemos nuevas relaciones con lo tangible.
Las imágenes obtenidas del programa de localización geográfica, hacen alusión sintomática a los procesos inherentes a la memoria (percepción), al conformar una imagen complejizada en un lapso de tiempo dado. Así, en el espacio delimitado de la superficie (lienzo) donde convergen distintos planos, la imagen se forma a partir de una o varias yuxtaposiciones.
Esta construcción de elementos a partir de lo aleatorio en el sistema, en este caso, de un sistema binario, y a partir de la intencionalidad y del error, que son parte del pensamiento creativo, abre las posibilidades para una re interpretación del paisaje desde la pintura.
El uso de las imágenes y sus modelos de producción, son al mismo tiempo, tema y método en este proyecto. Al utilizar los remanentes visuales se desplazan los referentes culturales proponiendo nuevas lecturas de la imagen, contraponiendo a la forma de consumo indiscriminado del contenido visual de internet.
Como espectadores y usuarios del espacio virtual, nos sometemos a criterios de selección programados desde una multiplicidad de algoritmos que regulan el contenido visual. Formamos parte del big data que hace circular la información a una velocidad vertiginosa, y nuestra capacidad de observación y síntesis se vuelve obsoleta. La posibilidad de una pausa sucede fuera del ordenador. Hago uso de la pintura para plantear nuevas posibilidades de lectura de las imágenes sacadas de los modelos virtuales.
Mi posición desde la pintura es sobre la síntesis y construcción de los elementos del paisaje, cuestionando la relación entre la realidad y la representación virtual; logrando mediante la investigación y experimentación plástica, piezas cuyo discurso se sustenta en una apropiación crítica y del problema de hacer imágenes actualmente en la pintura contemporánea.