Nos preguntamos, en el lecho de muerte de la pintura renacida, qué sentido tiene seguir ejerciendo este oficio de la imagen; en un momento en el que las tecnologías digitales han cambiado la manera de acercarnos a ella, proliferándola. Quizá sea, precisamente por eso, que la pintura resulta grotescamente vigente: como un último recurso, el más denso y visceral, para apropiarnos de las imágenes, de abrazarlas y dejar que nos abrasen.
Si me preguntaran por la Pintura, diría que es ese olor y mancharse. Me responden: es dar cuerpo a un fantasma, acumular materia sobre un plano, es bailarle, no dormir, es tiempo («pintar el tiempo»), es borrar, desvanecerse, rascar. Un desgarro en el cuerpo del tiempo. Para mí es eso: conversaciones, por las que puedo asomarme, no sin un poco de vértigo, para mirar los ojos de la historia / muchas pinturas detrás de otras.
Traspasar un umbral (de arquitectura o dolor) y encontrarte con Enrique. Al centro, un cenicero con un libro. Nadie es dueño del color o de las palabras. Siempre pintura. Para alguien sin práctica es simple y llana alquimia. Faltan las palabras pero llegan luego: veladura, aguarrás, intoxicación, trementina. Está en todas partes, menos en las manos, o en un gesto fruncido y sapiente. En el vaso y el café, atorada en la garganta, en reír, a carcajadas; sonreír. Pintura acumulativa, timelapse, proceso. ¿Técnica? Frottage: 1. n. de la experiencia visual / urbana / digital.
Algunas definiciones para «rayar»: hacer o echar rayas, tachar, dañar una superficie lisa con arañazos o incisiones, enloquecer, rozar, asemejarse, amanecer, destacar, distinguirse. «Levantarse», en el argot del graffiti, significa adquirir visibilidad en la calle. Originalmente, denominaba pintar un tren con éxito. Ahora supone rayar cualquier cosa, en cualquier lugar, con cualquier forma de graffiti: desde un tag (una raya) hasta una elaborada pieza. Rayar o pintar algo alguna vez es «levantarse», pero no te convierte en unx artista «levantadx». Pintura, cuerpo, ciudad, gestualidad. En la propiedad abandonada, el graffiti de los siglos. Capas y capas. A las capas de pintura también se les dice manos. Hacer cala con la mirada también es pintar. Mira allá: quienes saben dicen que esas rayas en la pared son clases de dibujo (gratis). Por alguna razón, insisten en no mirar.
Enrique Hernández transita la pintura como diario, vida, o escritura, o mejor: vitela, palimpsesto. ¿Cuántas pinturas detrás de la pintura que terminamos por ver (¿y termina por vernos?). Pintura como práctica. Resistir e insistir / burbujas de luz en el mar de noche. Un poblado de imágenes. Referencias sobre referencias, ocultas.
Ahí fuera / ahí dentro, la pintura crepita en naranja. Maderas sobre maderas se vuelven estratos, sedimentación. Armazones que materializan una experiencia cromática y arquitectónica. Ruinas repintadas rayan / arañando el paisaje (pura materialidad pictórica). No dialogan ya mediante la representación, sino a través de la franca invasión de su espacio. Su paleta de colores, reminiscencia de los amaneceres nenúfares del siglo pasado. Un cuerpo rojo que extruye, con vetas y venas. Estructuras colgantes. Hay sangre, esperanza. Cierto tipo de naturaleza (mi jardín). Un bosque urbano está hecho de gestos y de tiempo. Los ruidos / las maderas / los silencios.
Cloc, una gallina degollada. Pintar es empollar la imagen: aclocarse. La onomatopeya deviene verbo. ¿Qué ve un cuello roto? / rojo. Tuerce el cuello, Cisne. Pintura rota. «Nada que ver para creer en todo». Todas las pinturas, felizmente, no hacen el negro. ¿Qué es volver la mirada? Confrontarse con la imagen propia. Volver sobre sus pasos mirando hacia / ¿dónde?. Llegar al fondo y voltear atrás / regresar la mirada / rotja. Tocar el fondo y voltear. Advertencia, consejo o invitación.
Y de nuevo, ¿qué sentido tiene pintar en el capitaloceno? /borrar esa palabra y mejor preguntar/ ¿Qué conclusión del universo quiero sacar del lienzo? Puede que la experiencia más universal sobre este suelo sea la pérdida, mas no el duelo. Duelear. ¿Cuál es la experiencia final de la pérdida? Sales a caminar a la calle, parece plana / la mirada la amontona. Si la fotografía encuadra, la pintura atraviesa, incisiva // pérdida y víscera. Del accidente o del error, insistir en la esperanza. Decimos pintura por no decir arrobo, desbordamiento, cicatriz.
Queda intoxicar las imágenes. Errarlas. Espigar la deriva. Y volverla a ver, con ojos recobrados.
— Alejandro Cámara Frías