Poesía caótica, intuitiva, azarosa, fortuita, emocional, musical y en palabras de Roberto Turnbull «insatisfecha». Versos de antojo, obsesión, recurrencia, color, línea y volumen. El ritmo desde esa arquitectura y música todavía no inventadas que el maestro escucha mientras crea.
Métrica de un genio curioso que suele buscar precisamente allí, donde se supone que no debería.
Roberto Turnbull nos ha enseñado que las dinámicas tradicionales y contemporáneas, no cuentan al momento de encapricharse con un algo que quiere salir en escultura, pintura, gráfica o instalación, un algo que no es un tema pero que es una imagen o una pulsión; ese algo que surge del maestro en cualquier forma, pintado, rayado, sobre cualquier superficie, con agregados, mezclas y en estilo libre.