«Servirse de un objeto es forzosamente interpretarlo».
Nicolas Bourriaud
Esta exposición trata del estado póstumo de los objetos, de cómo se constituye la imagen y su condición de simulacro. Parte de una serie de excenarios donde la representación se ejerce en mayor o menor medida. Mientras algunos son claramente discernibles, otros se desdibujan, se fragmentan o simplemente se recodifican.
Concibe el desvanecimiento de los elementos culturales como una alegoría del fin de las utopías; monumentos cuyo final se avecina y que se advierte en la corrupción de sus formas.
Las imágenes de Hernández desvelan su naturaleza en un evidente estado de desaparición, de deconstrucción.
La reflexión del artista parte de esta premisa, nos sitúa ante escenas inciertas, imágenes que se construyen y destruyen en igual sentido, haciendo énfasis en su subjetividad.
El artista nos insta a cuestionar, ¿Qué poder preside sobre nosotros?